Dorothy Pollack, pasó varios meses encerrada en un asilo de ancianos al que no podían entrar sus familiares ante la amenaza del coronavirus. Su familia ni siquiera pudo visitarla el pasado 16 de junio, cuando cumplió 103 años, por lo que, con el tiempo, la mujer empezó a decaer emocionalmente.

“La enfermera del asilo dijo que estaba terriblemente deprimida y que necesitábamos sacarla”, recordó Teresa Zavitz-Jones, nieta de Dorothy, durante una entrevista con la cadena de noticias. La mujer añadió que como ningún familiar podía ver a la abuela, nadie sabía cómo estaba ella realmente.

Asimismo, indicó que Dorothy tiene “un pérdida auditiva extrema”, así que comunicarse con ella por teléfono era muy complicado. Hace poco, a la anciana le permitieron salir del asilo, y una de las primeras cosas que hizo fue tatuarse por primera vez en la vida. En diálogo con CNN, Dorothy manifestó que “fue muy emocionante” la experiencia y que decidió tatuarse una rana porque le encanta este animal.

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